El último día de nuestra ruta de 10 días por Costa Rica fuimos a conocer el Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca – Manzanillo.
Refugio Gandoca – Manzanillo
Este Refugio se encuentra muy cerca de la frontera con Panamá. Es popular porque protege la flora y la fauna más amenazadas de la región.
Se caracteriza por ser muy húmedo, tiene lagunas, bosques anegados y pantanos que se suceden desde Punta Uva, pasando por Manzanillo y acabando en Punta Mona.
Esta reserva tiene playa, bosque, pantanos y hasta arrecifes de coral. ¡Es completa! Pero todo lo que tiene de completa lo tiene de inaccesible.
Nosotros fuimos muy optimista al creer que podríamos recorrer todo el Refugio en un día y más habiendo vuelto a fallar en el calzado. Como en Cahuita, de nuevo habíamos optado por las chanclas: ERROR GARRAFAL.
Aún así, comenzamos animados los primeros kilómetros por la playa y nos adentramos en la selva tropical. Caminando sin mucho rumbo, llegó un momento en el que vimos el camino tan inaccesible que decidimos dar la vuelta. No fue broma porque en total hicimos casi 20 kilómetros así que acabamos agotados de nuevo.
Como era el último día completo en Costa Rica, quisimos aprovechar para ir a conocer algunas playas que tenían muy buenas reseñas en Internet.
Punta Uva
Estuvimos en la playa de Punta Uva dándonos un baño y descansando después de la paliza de caminata que nos habíamos dado sin planearlo.
Era un lugar muy animado, había bastante gente e incluso algunos puestos con «agua de pipa» y diferentes productos.
Aquí repusimos la fuerza que nos hacía falta para seguir adelante.
Playa Negra
La última parada la hicimos en Playa Negra. Llamada así precisamente porque su arena es de ese color, esta playa nos enamoró desde que pusimos un pie en ella.
El contraste del agua y la arena la hacía súper especial. Poco tuvimos que esperar para ser conscientes del regalo de despedida que nos iba a dar Costa Rica.
¡El mejor atardecer del viaje fue este último día y en esta playa!
Última noche en Puerto Viejo
Por ser la última cena, nos dimos el capricho y fuimos a la calle principal a probar en un bar de comida caribeña tradicional el arroz de marisco. El saborazo que tenía era simplemente delicioso. Así que recomiendo el Restaurante Tamara a todo aquel amante del pescado y marisco fresco.
Con esa guinda perfecta a un día agotador, solo nos quedaba volver al hotel a preparar el equipaje para emprender la vuelta al día siguiente.










