Cuando el turista se convierte en viajero
 
Múnich exprés: visita a la capital bávara

Múnich exprés: visita a la capital bávara

Cualquier excusa es buena para conocer Múnich, la capital bávara. Nuestra visita fue exprés porque aprovechamos la escala en el vuelo de Ciudad de México-Barcelona para disfrutar de la ciudad de la cerveza por excelencia.

Aterrizamos en el aeropuerto de Múnich a primera hora de la mañana y cogimos el metro para ir a nuestro alojamiento, que se encontraba en el centro de la ciudad, muy cerca de la estación central. Tras hacer el check in, dejamos el equipaje y nos adentramos en zona bávara.

Dachau

Siempre me había interesado visitar un campo de concentración y poder ver de primera mano la crudeza del lugar. Había oído y leído mucho sobre las visitas a estos lugares pero nunca me había decidido a conocer ninguno. Este iba a ser el primero.

El campo de concentración debe su nombre a la pequeña ciudad donde está situado: Dachau. A tan solo 13 kilómetros de Múnich. Está muy bien comunicado, en tan solo 40 minutos haces el recorrido. Desde la Estación Central debes coger la línea S2 de tren que tarda 20 minutos hasta Dachau. Y allí mismo está la parada de autobús de la línea 726 que te lleva a la puerta del campo en 10 minutos. No tiene perdida. Es muy fácil, cómodo y rápido.

El día había amanecido nublado y con llovizna, hacía bastante frío. Nada más bajar del autobús notas un silencio en el ambiente que choca. Nos dirigimos al edificio donde se cogen las entradas (precio gratuito) y se reservan las audioguías (cuestan 4 euros). Soy muy partidaria de esta opción y siempre que está disponible la elijo. Está a caballo entre «me leo los carteles explicativos y pasando» y «un tour guiado quizás es demasiado».

Nosotros empezamos la visita a las 10 de la mañana y la acabamos a las dos de la tarde, con lo cual fueron 4 horas intensas de explicaciones, vídeos, y fotografías. Recuerdo la sensación que tuve cuando cruce la puerta principal, y aún hoy, cuando recuerdo el lugar, me viene esa misma sensación: desolación.

La visita es bastante dura pero la veo completamente necesaria. De hecho, me llevé una gran sorpresa cuando me enteré de que en los colegios alemanes visitar los campos de concentración del país forma parte de las excursiones obligatorias del curso. De esta forma, todos los estudiantes conocen la historia y el horror que se vivió con un único objetivo: que no se vuelva a repetir.

He visto leído y visto mucho sobre este tema pero no hay nada comparable a estar in situ, caminar por el campo y percibir todos los horrores que allí se vivieron. No puedo decir mucho más, creo que es el lugar del que más impactada he salido.

Vuelta a Múnich, la capital bávara

Era mediodía cuando volvimos a Múnich. Comimos cerca del alojamiento y aprovechamos las primeras horas de la tarde para descansar un poco. Después de la visita a Dachau, había bastante que digerir.

A media tarde salimos a conocer el centro de la ciudad. Siendo sábado el mercado navideño estaba es su máximo apogeo. Había anochecido, todas las luces estaban encendidas y la gente combatía la baja temperatura tomando vino caliente en los distintos puestos que había repartidos por las calles.

Después de pasear por todos los puestos de productos típicos alemanes y navideños, llegamos hasta Marienplatz que es la plaza principal de Múnich donde se encuentra el ayuntamiento y el famoso carillón que tendríamos ocasión de ver en movimiento al día siguiente.

Habiéndonos empapado de todo el ambiente navideño, buscamos la famosa cervecería: Hofbräuhaus. Un edificio de tres plantas con espectáculos en directo donde puedes comer y beber cerveza hasta reventar. Allí todos los días es Oktoberfest. Cuando cruzamos la puerta del lugar, el olor a carne y a cerveza embriagaba. En la planta baja son mesas corridas así que hay que estar atento y sentarse en cuanto veas un hueco. El resto ya viene solo: nosotros pedimos jarras de cerveza, salchichas y pretzels… ¡una cena muy alemana en un ambiente todavía más alemán!

Tour por la ciudad

El vuelo de regreso a España lo teníamos a las cinco de la tarde así que quisimos aprovechar las últimas horas de la forma más completa: tour por los sitios más emblemáticos de Múnich.

Después de un buen desayuno en el alojamiento, caminamos hasta Marienplatz, la plaza principal en cuyo centro se encuentra la columna de María que es de donde toma el nombre. Aquí daba comienzo el tour. Tras las breves presentaciones y unas explicaciones generales del país y la ciudad donde nos encontrábamos, lo primero que vimos fue el espectáculo del carillón en la fachada del Ayuntamiento. La plaza estaba llena para verlo. A las 12 en punto comenzó y durante 15 minutos vimos las obras que se representaban y de las que previamente nuestro guía nos había informado. Resulta muy curioso ver con que minuciosidad se mueven los personajes. Todo gracias a un engranaje perfecto que lo hace posible.

Después del carillón recorrimos la milla de oro de la ciudad: Maximilianstrasse. Entramos en la Catedral de Múnich, visitamos la Odeonsplatz, la plaza y entrada norte de la ciudad donde imperan la iglesia de los Teatinos y la Feldherrnhalle, un monumento construido en honor al ejercito bávaro y que recuerda a la Loggia dei Lanzi en Florencia. Y por último, estuvimos en la Max-Joseph-Platz donde se encuentran la Residencia Real y el Teatro de Ópera.

Todo el recorrido estuvo lleno de explicaciones muy interesantes y de datos curiosos de la ciudad y sus gentes. Haciendo especial hincapié en un momento clave de la historia que tuvo lugar en Múnich: el golpe de estado que dieron los nazis con Hitler a la cabeza en 1923. Germen de lo que vendría después.

Esta visita exprés a Múnich, la capital bávara, nos abrió el apetito de querer seguir conociendo esa zona de Alemania. Los castillos que rodean a la ciudad y la cantidad de monumentos y de historia que llenan sus calles, son la excusa perfecta para perderse unos días más en Baviera.

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