Cuando el turista se convierte en viajero
 
Tarifalling in love

Tarifalling in love

Día 1

Llegamos en el AVE a las 21.40h y fuimos, aprovechando el combinado de cercanías, al centro de Málaga. Aunque nuestro objetivo era acabar «Tarifalling in love» de la puntita de España, quisimos conocer la ciudad boquerona. Una vez hecho el check in en el alojamiento, esta vez nos decantamos por una residencia universitaria que en verano aprovecha las habitaciones vacías de los estudiantes para alquilarlas a un módico precio, nos fuimos directos al bar por excelencia: El Pimpi.

Unas cañitas y unas tapitas después, cambiamos a otro bar, este otro muy diferente y con un estilo más moderno: Taberna La Gloria. En la terracita pudimos degustar «pescaíto frito» típico de la zona y cañitas bien fresquitas. Para acabar con el día, pusimos la guinda subiendo al rooftop del Alcazaba Premium Hostel, allí tomamos una copa con unas vistas preciosas a la Alcazaba que iluminada hacía las delicias de todos los que allí inmortalizábamos el momento con ese bonito telón de fondo.

Día 2

Empezamos el día desayunando en la terraza de La Tetería, un coqueto local frente a la iglesia de San Agustín. Desayunar en el sur es siempre un placer, me decidí por un zumo de naranja natural, un café con leche y un pitufo mixto a la catalana. ¡Elección perfecta!

Con el estomago lleno fuimos a dar un paseo por la marina de Málaga haciendo tiempo para ir al free tour que habíamos reservado. A las 11 en punto estábamos en la plaza de la Constitución dispuestos a conocer la historia de esta bonita ciudad.

Luis, nuestro guía, resultó ser un perfecto anfitrión de su ciudad natal y nos explicó todo de una manera muy completa y con una gracia que sólo un «boquerón» puede tener. Desde la plaza fuimos a la calle Larios, pasando por la Alcazaba, la catedral o más conocida como «la manquita», la casa natal y el museo del pintor Pablo Ruíz Picasso, y como algo excepcional, nos enseñó unos pasos de Semana Santa para conocer de primera mano la gran tradición que hay en Málaga.

Tras esta visita completísima de la ciudad, nos fuimos directos a recoger el coche que habíamos alquilado y pusimos rumbo a Tarifa.

Gibraltar

En el camino de Málaga a Tarifa decidimos ir a conocer Gibraltar. Aparcamos en la Línea de la Concepción y pasamos la aduana andando porque era más rápido, más sencillo y sobre todo más original porque tuvimos que cruzar la pista de aterrizaje a pie.

Nos dimos un paseo por todo el centro de Gibraltar y nos sorprendió ver cuán british puede ser una zona que está a un paso, literal, de España. Recorrimos la Main Street para acabar comiendo en la Square y como no podía ser de otra manera, nos decantamos por probar un Fish and chips tan típico de UK.

Tarifalling in love

Llegamos a Tarifa por la tarde y aprovechamos para hacer el check in en La Cocotera Boutique, nuestro hostel durante las vacaciones, y para prepararnos para ir a cenar. Ese día quisimos empezar por el mercado de abastos, donde hay un pequeño bar que sirve pescaíto frito a muy buen precio. Tanto nos gustó que íbamos con la intención de tomar sólo una tapita y acabamos cenando allí. ¡Es muy recomendable!

Día 3

Por fin amanecía el día en que íbamos a disfrutar de la playa. Cogimos fuerza en El Torreón, un bar mítico de Tarifa donde degustar el auténtico desayuno andaluz, y nos fuimos directos a la playa de Bolonia aunque con alguna parada en el camino.

Quisimos ir a visitar Baelo Claudia, unas ruinas romanas que están al lado de Bolonia y de las que habíamos leído muy buenas críticas. No fue para menos, nos sorprendió mucho porque no pensábamos encontrar una ciudad tan bien conservada. Pudimos pasear por el cardo y el decumano, fotografiarnos en las columnas perfectamente dispuestas y ver el anfiteatro, que a día de hoy es utilizado para hacer actuaciones.

Dejamos atrás el asentamiento romano y nos dirigimos, ahora sí que sí, a Bolonia. La playa sorprende por su anchura y largura, ese día el oleaje estaba tranquilo así que pudimos bañarnos y sortear las olas como niños.

Por la tarde quisimos ir a la famosa duna que reina en el lado derecho de la playa y tras un rato ascendiendo, vimos que engañaba mucho porque no había forma de llegar a la cima pero como nos lo habíamos propuesto, finalmente la alcanzamos 😉

Las vistas merecían la pena, a un lado parecía que estabas en pleno desierto y al otro lado, tenías unas vistas a un mar de pinos que impresionaban. El contraste era maravilloso y ahí estuvimos disfrutándolo un buen rato.

Ya de vuelta en Tarifa y después de darnos una ducha y acicalarnos, decidimos ir a un restaurante italiano regentado por italianos, el éxito estaba asegurado y así fue: unas buenas pizzas y una ensalada riquísima hicieron nuestras delicias.

Día 4

Por fin llegaba el viernes, el día que habíamos decidido ir a la playa de Valdevaqueros, una de las más conocidas de Tarifa. Y es que la estampa que forman los kitesurfistas con las olas y la duna de fondo la hacen muy especial. Allí pasamos todo el día hasta el atardecer que quisimos verlo desde el archiconocido ‘El Tumbao’, el bar que se encuentra justo al lado de la playa y desde el que puedes disfrutar de unas vistas únicas con un buen mojito y con una música que crea un ambiente perfecto. ¡Aquí sí que se consigue el efecto ‘Tarifalling in love’!

El Tumbao
El Tumbao

Para seguir degustando la buena gastronomía de la zona, ese día quisimos cenar en el restaurante Bendita Comida, su terraza ocupa una placita llena de luces y de naranjos que crean una atmósfera típica de anuncio de verano. Allí pudimos degustar distintos platos riquísimos entre los que destaco dos totalmente imperdibles: los gnocchi con mantequilla y salvia, y el atún de almadraba. ¡Espectaculares!

Día 5

Nuestro último día en tierras gaditanas quisimos aprovecharlo visitando el pequeño pueblo de Vejer de la Frontera que forma parte de los conocidísimos «Pueblos Blancos». Este municipio se encuentra en una montaña con unas vistas preciosas al interior de Cádiz que nada tiene que envidiar a su costa.

Pasear por sus calles y dejarse impregnar por los olores de las flores y los árboles que hay por todo su interior, hacen de la visita algo muy memorable. Quisimos poner la guinda pasando un rato en su playa, pues aunque el pueblo esté en el interior, a poco más de 10 kilómetros está la playa de «El Palmar».

Sorprende la largura y anchura de El Palmar, pero también el ambiente tan familiar que se respira, se nota que no es como las playas de Tarifa, con un ambiente mucho más juvenil. Aquí pudimos desconectar y con el ruido de las olas, incluso dormir un rato.

La última noche fuimos a cenar al famosísimo bar ‘Los Mellis’, uno de los que más años llevan abiertos en Tarifa. No pudimos dejar de probar una de sus tapas estrella, las albóndigas de atún, y entendimos el porqué de su fama. ¡Estaban espectáculares! Algunas tapas y cañas después, nos despedimos de este rincón de Cádiz para descansar, pues el domingo sería duro con el viaje de vuelta de más de 1.000 kilómetros por delante.

Aunque hasta la fecha, este sea el único post de este blog sobre un sitio de España, «tarifalling in love» os aseguro que no será el último. Nuestro país tiene mucho y muy bonito, así que iremos por más lugares.

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