Nuestros 10 días en Costa Rica empezaban en el Volcán Arenal. Durante el viaje recorreríamos el país en sentido contrario a las agujas del reloj. Sacrificando dos zonas que nos hubiera encantado conocer (Corcovado y Tortuguero), pretendíamos conocer en mayor o menor medida todas las provincias porque cada una tenía su naturaleza propia.
Aterrizando en Costa Rica
En cuanto pusimos un pie en el aeropuerto de San José, la capital de Costa Rica, fuimos directos a la oficina de Dollar, la empresa con la que habíamos reservado el coche para los próximos días. Los diez días en el país de la naturaleza por excelencia daban el pistoletazo de salida.
Desde Dollar nos indicaron dónde podíamos comprar una tarjeta SIM para nuestros móviles así que nos dirigimos al establecimiento y sin perder más tiempo, teniendo coche e Internet, pusimos rumbo a la que sería nuestra primera parada, La Fortuna.
La Fortuna es un municipio que se encuentra a casi dos horas y media de la capital, es conocida porque está en las faldas del famoso volcán Arenal, el elegido por nosotros como primera excursión en el país.
Llegamos por la tarde así que sin hacer el check in, decidimos ir directos a dar una vuelta por el pueblo y cenar algo. Había que ir acostumbrándose al nuevo horario así que a las 7 ya estábamos en un puesto de la calle probando uno de los platos más exquisitos del mundo: el ceviche.

Ese día no dimos para más, después de tantas horas de vuelo queríamos descansar para empezar el día siguiente enérgicos. Recorrimos los pocos metros que había del centro de La Fortuna a nuestro alojamiento, hicimos el check in y tras una ducha reparadora, nos fuimos a soñar.
Volcán Arenal: sector volcán
Lo bueno de los países tropicales es el horario. A las 5.30 de la mañana amanece así que no tardamos en desperezarnos en cuanto empezó a entrar el sol por las ventanas de nuestra habitación. Eso significaba además que estábamos de suerte, pues las posibilidades de ver el volcán sin nubes aumentaban.
Salimos al patio y nos estrenamos en el «desayuno tico», un plato completo a base de: gallo pinto que es arroz con frijoles e ingredientes que van variando según la receta del sitio (este tenía un sabor a cilantro riquísimo), huevos fritos, patacones (plátano macho frito), tostadas y fruta. Con ese súper desayuno ya tendríamos energía para todo el día.
Cogimos nuestro Suzuki Jimmy y condujimos hasta el aparcamiento del volcán, previo pago de 15 dólares por persona para entrar en el Parque Nacional. En la misma garita nos facilitaron un mapa y nos explicaron las distintas rutas que podíamos hacer.

Comenzamos yendo al mirador del volcán, se podía ir en coche pero nosotros lo hicimos andando ya que estaba a escasos 300 metros del aparcamiento. Cuando llegamos no estaba tan despejado como creíamos. La cumbre tenía bastantes nubes pero aún así disfrutamos un rato de las vistas, esperando que conforme fuese pasando el tiempo, ya que era bastante temprano, se fuera abriendo el día.
Estuvimos durante dos horas haciendo trekking por las distintas rutas en las faldas del volcán. Empezamos a conectar con la naturaleza y a olvidarnos de la rutina. No era difícil. La clorofila se sentía por todos los lados, los seres vivos se daban cita en cualquier hoja, tronco o rama. En concreto fue una urraca la que nos posó sabiéndose colorida y bonita.
También vimos una especie de árbol que habíamos visto en reportajes sobre Costa Rica, es el conocido como «árbol que anda». Parte de sus raíces están en la superficie y conforme pasa el tiempo van creciendo nuevas hacia un lado mientras que del otro van levantándose porque ya se han hecho mayores. Difícil de explicar pero muy curioso de ver.
Llegamos a un mirador natural, pues era la propia lava la que había formado rocas volcánicas que habían levantado un sitio privilegiado para ver el volcán. Las vistas eran mucho mejores que las que ofrecía el «mirador oficial». El día estaba claro así que se podía ver perfectamente los distintos riachuelos de lava seca, probablemente de su última erupción en 2010. Sí sí, la última fue tan solo hace 10 años así que al principio asusta un poco el dato pero cuando estás allí, se te olvida.
Volcán Arenal: sector península
Este parque nacional tiene dos sectores, el sector volcán (el de las faldas del volcán que ya nos lo habíamos recorrido entero), y el sector peninsular (que acababa en la laguna de Arenal). Así que cogimos el coche y nos trasladamos a este último.
Antes de llegar, encontramos un puesto que anunciaba en una antena vieja de televisión pintada: «agua de pipa». Durante el viaje veríamos que era el soporte preferido en todo el país para anunciarse. Volviendo al agua de pipa, como no sabíamos lo que era, preguntamos y pronto pedimos dos. Se trataba de agua de coco pero en el mismo coco. Guardan los cocos en neveras portátiles y cuando los pides te los abren allí mismo a golpe de machete, un arte que cuando lo ves por primera vez sorprende. En este caso nos pusieron pajita pero muuuchas aguas de pipa después comenzamos a beberlo como los locales, directamente del coco. ¡Qué frescor!
Parada técnica realizada, llegamos al sector peninsular del Parque Nacional. El primero que nos dio la bienvenida fue un coatí. Al principio nos pareció un mapache pero una búsqueda en Google después nos dimos cuenta de que no, de que era esta especie animal tan adorable. Prueba de ello el siguiente vídeo:
En este sector estuvimos dos horas recorriendo los distintos senderos hasta llegar a la orilla de la Laguna de Arenal, donde descansamos viendo el agua remansada y llenándonos de la paz que provocaba el paisaje.
Volviendo al coche nos cayó la típica lluvia tropical, mucha cantidad en muy poco tiempo. Tuvimos la suerte de poder cobijarnos en un mirador que había así que aprovechamos para hacer unas últimas fotos al volcán.
Aguas termales en el Chollín
En un punto de la carretera cuando volvíamos a La Fortuna vimos muchos coches estacionados a ambos lados. Paramos y preguntamos a un «gorrilla» que había y muy amablemente nos informó de que ahí se encontraban unas aguas termales gratuitas. No lo dudamos, aparcamos el coche, y nos adentramos bosque a través.
En 5 minutos estábamos en el río Chollín, en unas termas naturales llenas de gente local. Siendo domingo además, la cantidad de familias que habían ido a pasar el día se multiplicaba conforme recorríamos la zona para encontrar un sitio.
La experiencia resultó muy interesante. Pues a la relajación que proporcionan las termas, le sumamos conocer de primera mano cómo disfrutan los ticos de un domingo en familia.
Navidad en La Fortuna
A las 17h volvimos a La Fortuna, y sin pasar por el hotel, aparcamos en el centro del pueblo para dar una vuelta. Sorprendidos empezamos a ver a mucha gente parada en la calle principal. Al principio pensábamos que había ocurrido algo porque veíamos un camión de bomberos, patrullas de policía… pero nada que ver, comenzaba una cabalgata de Navidad y nosotros, ávidos de tradiciones locales, íbamos a tener la suerte de verla.
Cogimos buen sitio en un bar que tenía una terraza en la calle principal, pedimos unas cervezas y disfrutamos durante más de una hora de las distintas agrupaciones musicales que pasaban tocando villancicos de siempre pero con ritmos muy caribeños. ¡Todo un espectáculo!
Para acabar el día y viendo el ambientazo que había provocado la cabalgata en todo el pueblo, fuimos a un restaurante local que estaba hasta la bandera. Nos hicimos con una mesa y pedimos otro «must» que había que probar sí o sí: «el casado». Plato típico costarricense que viene a ser un plato combinado de España. Arroz, puré de patata, ensalada, frijoles, y a elegir carne o pescado.
Con esta experiencia 100% tica en nuestro primer día, no podíamos pedir más. El listón se antojaba muy alto para el resto de nuestros 10 días en Costa Rica. 🙂








