El sexto día de nuestra ruta de 10 días por Costa Rica lo dedicamos a visitar el Parque Nacional Manuel Antonio, un lugar que resultó ser uno de los ‘top 5’ del viaje.
El Parque Nacional Manuel Antonio es popular porque es de los más pequeños de Costa Rica y sin embargo, reúne gran diversidad de fauna y flora, selva y playas vírgenes. Todo un deleite de naturaleza.
El alojamiento en el que nos despertamos, Millenium Hostels Manuel Antonio, estaba justo en la puerta del parque así que fuimos andando, previo desayuno en un bar que encontramos de camino.
Parque Nacional Manuel Antonio
La entrada al parque cuesta 15 dólares por persona. Aunque suene raro, se adquieren en un banco que está al lado de la puerta.
Después de pasar el control y habiéndonos hecho con un mapa de todo el parque, comenzamos a recorrer todas las rutas que había marcadas.

Los primeros que nos dieron la bienvenida a su hábitat fueron los monos capuchinos o cariblancos. Caminaban por las barandillas de un puente sabiéndose la atracción de todos los visitantes.
Esta especie de primates están tan acostumbrados a los humanos que lejos de rehuirnos, se acercaron a nosotros con el único propósito de robarnos cualquier alimento que llevásemos en las mochilas. Como ya nos habían advertido de esta práctica, fuimos precavidos y sólo llevábamos agua así que no tuvieron suerte con nosotros.
En el ‘Sendero Perezoso’ vimos por fin a esta especie que tanto se nos había resistido en parques anteriores. Resulta increíble ver lo lentos que son sus movimientos.
En el ‘Sendero Congos’ no vimos a los monos congos o aulladores pero en uno de los descansos que hicimos en la playa, pudimos bañarnos con sus aullidos de fondo. Al principio nos asustaron porque parecía que iban a saltar en cualquier momento al agua con nosotros pero no. Se mantuvieron en las copas de los árboles que es donde suelen estar, y nos llenaron de «música celestial» nuestro rato de relax en la playa.
También fuimos a conocer los muchos miradores del parque. Cada uno tenía unas vistas distintas y súper espectaculares, consiguiendo hacernos una imagen 360º de la zona en la que nos encontrábamos.
A pesar de que el parque tenía más de 7 kilómetros con desniveles a través caminos y senderos, con paradas técnicas y descansos en la playa: baño va, baño viene, esos 7 km se hacen muy amenos.
Abandonamos el parque habiendo recorrido el 100% a las 4 de la tarde, justo cuando cerraban.
Playa Manuel Antonio
Teníamos un atardecer por delante así que fuimos directos a la playa Manuel Antonio. Compramos unas aguas de pipa a dos euros cada una que resultaron ser las mejores de todo el viaje.
El chico que nos las vendió nos dijo que volvería un rato más tarde para que una vez nos las hubiésemos bebido, abrirlas y sacarnos la carne del coco para que nos la comiéramos. Visto así fue perfecto. ¡Comida y bebida por el módico precio de 2 euros!
Mientras tanto, el cielo estaba súper nublado así que no dábamos nada por el sunset de ese día pero fuimos pacientes y al final, resultó un espectáculo de luces y colores que pudimos disfrutar en un ambiente chill.
Con la noche encima decidimos cenar en el hostel aprovechando las instalaciones comunes. Compramos en un súper cercano algo de cena y despedimos el día bañándonos en las piscinas y jugando al billar.


















