Cuando el turista se convierte en viajero
 
Mánchester, ciudad por descubrir

Mánchester, ciudad por descubrir

En nuestro viaje a Hawái, tuvimos la suerte de aprovechar una escala para conocer la ciudad de Mánchester, que aunque Londres sea la que se lleva la fama, esta ciudad norteña de Inglaterra reúne los requisitos ideales para ser un destino que visitar en cualquier momento.

Llegamos al aeropuerto a media tarde y tras coger un tren que nos llevase al centro, fuimos directos a nuestro alojamiento para esa noche: Hatters at Hilton Chambers, un hostel muy bien situado y con una relación calidad-precio muy adecuada para pasar una noche. Tras el check in y habiéndonos acomodado, fuimos a cenar algo. No podíamos olvidar que estábamos en un país donde los horarios de las cocinas son bastante diferentes a los nuestros.

El sitio elegido fue The Waterhouse, un restaurante que forma parte de la cadena JD Wetherspoon. Muy conocida en todo el país por sus buenos precios y una calidad muy correcta. Tiene una carta amplia pero teníamos claro que queríamos una buena hamburguesa así que dicho y hecho. Con el estomago lleno, era el momento de descansar después de un viaje tan largo. Habíamos salido de nuestro último alojamiento hacía dos días…

Una mañana en Mánchester

A la mañana siguiente nos despertamos y bajamos a desayunar, pues en el alojamiento lo teníamos incluido. Después dejamos las maletas en el locker del hostel y nos fuimos a dar un paseo por la ciudad. A pesar del frío que hacía, pudimos recorrer los sitios más emblemáticos de Mánchester para finalmente acabar en el destino que sí habíamos fijado a priori: John Rylands Research Institute and Library.

Esta biblioteca de la ciudad es famosa por el edificio victoriano en el que se encuentra pero también por la gran colección de libros de todos los idiomas que alberga. Se trata de una librería que se inauguró en 1900 así que es historia viva. La sala principal es una auténtica pasada pero los recovecos que puedes ir descubriendo a través de la visita, te hace trasladarte a épocas pasadas y disfrutar todavía más de la experiencia.

Una vez investigados cada uno de los pasillos de la Biblioteca John Rylands, bajamos a la planta calle donde se encuentra una cafetería con unas cristaleras a la calle perfecta para tomar un café caliente antes de poner rumbo definitivamente a casa.

Nos quedamos con ganas de conocer mucho más la ciudad, pero es lo que tienen las escalas, aprovechas para hacer «las presentaciones» con la ciudad pero no te dejan ahondar. Así que es tu veredicto final decidir si le darás una oportunidad en el futuro o no.

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