Seguíamos disfrutando de nuestros 10 días en Hawái y después de haber andado por la luna el día anterior, quisimos compensarlo con un día de playas y paisajes verdes y hawaianos. Fuimos a conocer la parte norte-oeste de Maui.
Lahaina
Empezamos el día conociendo el lugar en el que nos alojábamos, Lahaina. Se trata de un pueblo pesquero de ballenas. Como curiosidad, allí vivió el escritor del famosísimo libro: Moby Dick. Merece la pena perderse un rato por sus calles y empaparse de la cultura local.
Kaanapali Beach
La primera parada una de las playas más famosas de la isla por su enorme extensión y su agua cristalina, es la típica de postal. Cuando llegamos nos sorprendió ver la cantidad de hoteles y hotelitos que habían construido alrededor de esta maravilla y como siempre ocurre, la estampa ya no era tan bonita. Se había pervertido bastante y la tranquilidad que pensábamos encontrar brilló por su ausencia.
Aún así dimos un buen paseo por su fina arena blanca sorteando a los turistas que aprendían en las distintas escuelas de surf este deporte rey del archipiélago hawaiano.
Al norte de Kaanapali Beach se encuentra Black Rock Beach, una zona rocosa perfecta si te apetece hacer un salto al océano desde las alturas o practicar snorkel aunque para esto último hace falta ser experimentado, pues hay corrientes muy fuertes. Hay una leyenda hawaiana que cuenta que desde este lugar los espíritus saltaban para unirse para siempre con sus ancestros. Aunque suene muy chulo, también se trata de un sitio con bastantes resorts alrededor así que… it’s up to you! Todo es zona de lujo, eso sí. 😉
Napili Plaza
Era mediodía cuando salíamos de la zona de Kaanapali e hicimos una parada técnica en Napili Plaza, un centro comercial al aire libre con numerosas ofertas para comer. Nosotros nos decantamos por Beach Bum’s BBQ & Island Grill, como su nombre indica nos comimos una hamburguesa tamaño americano y seguimos nuestra ruta.
D.T. Fleming Beach Park
Esta playa es del estilo de Kaanapali Beach pero con la diferencia de que no es tan conocida como la anterior y por tanto tiene menos turistas. Se llama así por el hombre que introdujo las piñas en el oeste de Maui. Desde este punto de la costa, las vistas a la isla de Molokai son muy bonitas. Es una buena zona para practicar surf aunque tiene corrientes peligrosas y olas bastante fuertes. En lugar de tantos hoteles aquí lo que priman los arboles, quizás por eso fue nombrada la mejor playa de Estados Unidos en 2003.
Por esta playa dimos un paseo y acabamos traspasando un campo de golf para acabar en Kapalua Beach, donde se encuentra un laberinto hecho con piedras y caminos que a efectos de cámara, queda muy chulo. ¡Hoy en día, muy instagrameable!
Punalau Beach
En este punto dejamos de ver a tantos turistas y empezamos a encontrar lo que ya echábamos de menos, playas más salvajes donde la naturaleza campaba a sus anchas. Se trata de una playa no muy apta para bañarse o para tumbarse, es más bien para caminar desconectando de todo y sintiéndote por un rato aislado del mundo.
Honokohau Bay
Seguimos la ruta y acabamos en otra playa todavía más salvaje, tanto es así que no tiene ni nombre en Google Maps, pero el sitio merecía un montón la pena. Se trata de una pequeña cala de piedra negra, un remanso de paz, un sitio donde podrías decir aquello de «si me pierdo ya saben donde encontrarme». Como pista para el GPS: está justo en la Honokohau Bay.
Nakalele Blowhole
Cambiamos las playas por ir a unos acantilados donde se encuentra una especie de géiser natural. Se trata de un agujero en una de las rocas que, cuando viene la marea, expulsa un chorro de agua a presión que dependiendo de la fuerza del agua es más o menos imponente. Si no has visto nunca uno merece la pena parar.
Olivine Pools
Pasamos del géiser a las piscinas naturales que formaron las rocas de lava en el océano. Si la marea es baja puedes bañarte en ellas pero como contrapunto tiene la peligrosidad de que te relajes mientras estás ahí y suba la marea. Según indicaban varios carteles en la zona, han fallecido muchas personas por exceso de confianza. Así que mucho cuidado.
Llegar hasta ellas no es muy difícil aunque sí que hay que descender por los acantilados entre lava bastante irregular así que procura no tropezarte porque alguna de esas puntas pueden acabar en tu espinilla.
De vuelta a casa
Desde las Olivine Pools vimos la puesta de sol y pusimos fin a nuestro día de playas por la isla de Maui. Volvimos a Lahaina para descansar, pues al día siguiente nos tocaba un plan que nos apetecía muchísimo: ‘Road to Hana’ y sería casi el último en este paraíso llamado Hawái.








