Después del primer día conociendo todos los «must» de la ciudad, seguíamos nuestra semana en Nueva York cambiando totalmente de ambiente y adentrándonos en distintos barrios de la ciudad.
¿Misa gospel o musical de Broadway?
Domingo en Nueva York es sinónimo de misa gospel en el barrio de Harlem, así que no lo dudamos. A las 10.15h empezaba la celebración en la Bethel Gospel Assembly, el lugar que elegimos entre los muchos que encontramos cuando buscamos en internet.
Antes de ir, tomamos un rico y completo desayuno americano en Murray Hill Diner, una cafetería que nos tocaba cerca de casa y de la parada de metro que cogeríamos para ir a Harlem.
A las 10 de la mañana ya estábamos en la cola (sí sí, había cola y llena de españoles) esperando para entrar a la misa gospel. La organización aparte de ser personas amabilísimas, estaban muy acostumbradas a lidiar con esa situación a menudo así que en cuestión de minutos ya estábamos todos colocados en el interior.
Las casi dos horas que duró la misa fueron absolutamente impresionantes, dignas de un musical de Broadway. Destacando sobre todo las voces y los bailes en el escenario y la empatía de todos ellos, que en todo momento nos hicieron sentir uno más a base de cómplices sonrisas y afectuosos abrazos. Muestra de su entusiasmo, este vídeo:
Cuando salimos quisimos aprovechar para conocer el barrio de Harlem y recorrer su principal arteria, Malcom X Boulevard. Sorprende ver cuan diferente es del centro de Nueva York, pues los edificios son más bajos y el ambiente, en general, mucho más tranquilo.
Estando allí no perdimos la oportunidad de acercarnos al Apollo Theater, famosísimo por ser el primer lugar donde actuaron grandes estrellas de la música afroamericana como Michael Jackson o Ella Fitzgerald.
Dando un paseo por el Martin Luther King Boulevard y viendo esos edificios tan emblemáticos con las escaleras de incendios por la fachada, llegamos a la parada del metro para visitar otro barrio.
Chinatown o la locura oriental
Sabes que has llegado al barrio cuando comienzas a ver todos los carteles en chino, incluso el de las principales franquicias como McDonald’s. ¡Es de locos!
Bazares, tiendas de pescado fresco, de verduras, de carne, de fruta, personas que te muestran catálogos de bolsos de primeras marcas a precios bajos, y lo mismo con colonias, con relojes, con cualquier cosa… Y todo mezclado, todo en un ligero caos que parece ser aceptado por toda la comunidad china, que recorre las calles de aquí para allá con una soltura que sorprende.
Quizás porque estaba lloviendo o quizás porque la calle principal estaba en obras, el caso es que poco tiempo nos hizo falta para recorrer Chinatown y adentrarnos «a descansar de tal barullo» en uno de los mil restaurantes orientales.
Unos noodles con gambas fritas, cerdo con salsa agridulce, arroz tres delicias y algunos otros platos después, salimos reconfortados para seguir la tarde.
La casi inexistente Little Italy
Dimos un paseo más por Chinatown hasta llegar a Little Italy, el barrio italiano que, como pudimos descubrir sorprendidos, está muy venido a menos porque los chinos se han hecho con él. Tanto es así, que se reduce a una calle con restaurantes de comida típica del país. Punto.
Emprendimos el regreso a nuestro barrio con un buen paseo por Broadway hasta llegar al famoso Flatiron, edificio emblemático donde los haya.
De ahí nos dirigimos al Madison Square Garden, queríamos pedir información en las taquillas porque en los días próximos iba a haber un partido de los Knicks y no queríamos perdernos la oportunidad de verlos.
Acabamos el día en el American Whiskey, un pub cerca del estadio que tenía una happy hour interesante: cervezas a 4 dólares. Después de la considerable «pateada» que llevábamos de todo el día, la recompensa fue más que merecida.
La ruta
